Global Courant
El tiempo pasa y Novak Djokovic sigue ganando. Su reinado parece no tener fin y solamente el tiempo podría llegar a doblegarlo. Ya dejó marginado a Roger Federer y Rafa Nadal tiene retorno incierto y una fecha de punto final marcada. El serbio se encarga de defender el trono y cuidar el fuerte ante esa nueva generación que, desde una cuestión marketinera, la ATP agrupó para generar atracción y minimizar el posible impacto de un recambio no tan satisfactorio.
La idea era direccionar la mirada del aficionado en jóvenes como Zverev, Medvedev, Rublev, Kachanov, Tsitsipas, Shapovalov, Tiafoe, Coric, Fritz, Sinner y Ruud.
A ellos se los cargó de la enorme responsabilidad de ser el recambio del Big Three. Y eso claramente pudo haber sido exitoso marketineramente pero para ellos fue un peso prematuro sobre sus hombros, que les quitó la posibilidad de ir más anónimamente en este proceso de aprendizaje. Bienvenidos los aciertos que todo el mundo valora. Pero se cargaron las miradas a la hora de las equivocaciones, de las actuaciones fallidas, de los objetivos impuestos no cumplidos. La misión que se les impuso fue tomar la guardia y la posta de tres tenistas que nosotros naturalizamos pero que han sido y son enormes.
Cuando analizamos las últimas décadas del tenis, realmente lo vivido ha sido algo inédito, envidiable, asombroso. Ayúdenme a calificarlo porque hemos sido testigos de algo que pocas veces se da en un deporte: que hayan coincidido de principio a fin tres hombres que puedan ser elegidos como los mejores de todos los tiempos. Se quitaron mucho entre ellos, pero entregaron tanto. La competencia en un momento fue cruel y entre algunos fue inhóspita o menos amistosa.
Pero en todo caso siempre terminó generando un efecto positivo, que fue la propia superación. Y por sobre todas las cosas, la reinvención. Con el tiempo se hicieron mejores, más duraderos, imbatibles.
Nadal y Nole, rivales que se hicieron mejores en cada enfrentamiento. Foto: REUTERS/Yves Herman.
Por todo esto es que creo que termina siendo injusto cargarles a los tenistas de la nueva generación el hecho de no haberlos quitado del escenario. Porque la verdad es que Nadal, Djokovic y Federer -pónganlos en el orden que quieran- han tenido logros y marcas que no se terminan más de recopilar. Vamos a mencionar algunas como para tratar de poner realmente el contexto.
Uno de ellos tres terminó como número uno del mundo en 17 de los últimos 19 años. En ocho años terminaron como el primero, segundo y tercero del ranking: 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2014, 2018 y 2019. Uno de los tres fue número uno desde el 2 de febrero de 2004 hasta el 28 de febrero de 2022, a excepción de las 41 semanas en las que lideró Andy Murray entre el 7 de noviembre de 2016 y el 20 de agosto de 2017. Y al menos uno del trío estuvo en 70 de las últimas 74 finales de Grand Slams, desde Roland Garros.
Andy Murray, el único que pudo ponerse a la par del Big Three. Foto: Glyn KIRK / AFP.
Hubo cuatro excepciones: tres en el US Open (Marin Cilic y Kei Nishikori en 2014, Dominic Thiem y Alexander Zverev en 2020, y Carlos Alcaraz y Casper Ruud en 2022) y una en Wimbledon: Andy Murray y Milos Raonic en 2016.
Señalo este puñado de datos históricos porque si no se les cae encima a los jóvenes de manera crítica por no haber estado a la altura. ¿Pero quién puede y se anima a estar a la altura de estos tres monstruos que son de los mejores de todos los tiempos? Ganar un Grand Slam no era cuestión solamente de ganarle a uno de ellos sino que había que ganarle al menos a dos. Y si a eso se le suma jugar a cinco sets, podrán dimensionar el desgaste que implica y entenderán que lograrlo es realmente muy difícil. No hubo un desafío más grande en el tenis que tener que ganarle a dos de los tres mejores de todos los tiempos en un Grand Slam.
Lo cierto es que la nueva generación hizo su máximo esfuerzo, dio lo mejor de sí y seguirá dándolo para tratar de desbancarlos y quitarlos del trono. Carlos Alcaraz ha sido un poco la excepción, porque en este español se encontró temple, energía y una enorme capacidad de adaptación a todas las superficies y circunstancias.
Carlos Alcaraz parece irrumpir en el momento justo. Foto: REUTERS/Andrew Couldridge.
Claro que en los dos Grand Slams que ganó solamente jugó uno de los “tres grandes”: en el US Open 2022 lo hizo un Nadal que no lucía a pleno y en el pasado Wimbledon estuvo Djokovic, a quien le ganó la final. De los nombres más jóvenes, Alcaraz es el que tiene al menos todas las condiciones en las distintas áreas y eso realmente es muy poco frecuente. Pero también es para celebrar.
Djokovic nos sigue sorprendiendo como lo hicieron Federer y Nadal porque sus versiones más recientes son superadoras. Novak le ganaría hoy muy cómodamente a aquel Nole que fue número uno por primera vez. Y lo propio podría ser Federer con su Federer del pasado y Nadal con el de pelo largo de aquellas épocas. La competencia los potenció, los hizo evolucionar y los perpetuó. Y solamente el tiempo ha podido con ellos.