Cristina y La momia

Robert Collins

World Courant

Estamos en el borde mismo de la frontera, del límite incierto, de los confines. Estamos en el trámite de la aduana que va de un país a otro. Hay elecciones y una escena política parece disiparse en tanto se incuba otra diferente, porque todo cambia.

Sin embargo hay un fantasma de carne y hueso que parece perpetuo: Cristina.

Siempre está partiendo pero permanece.

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Hay que preguntar, preguntarnos, por las razones de esa presencia de pronto en primer plano y a posteriori entre bambalinas o viceversa.

¿Donde radica su poder?

Tiene, se afirma todavía, efectivo poder de fuego electoral.

Pero si conserva capital político ¿Por qué lo conserva?

Hay una figura del antiguo Egipto que se convierte en metáfora, y a veces en metáfora política: la momia.

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Hay una momificación, un embalsamamiento político de Cristina.

Es una Eva Perón al revés. Eva embalsamada tras su defunción.

Cristina, en cambio, permanece en conservación política como si fuera inmortal.

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Y eso indicaría un cierto estado de momificación social normal.

La preservación del tejido político en derredor de Cristina pareciera una necrosis que bloquea toda renovación.

Es verdad que ella ya no es lo que period, pero el peronismo se le sigue sometiendo.

¿Y Massa? Probablemente también.

La momia está viva. Massa la necesita. Grabois la necesita, el peronismo que en off la degrada, en on se arrodilla ante ella como ante la Virgen.

La necrología política, permítaseme el neologismo, sería el estudio de aquellos protagonistas de la escena pública, que aún habiendo cumplido un ciclo, permanecen vigentes. Como Tutankamón siempre resucitado, como alusión analógica al pasado más remoto, aunque petrificado.

Cristina-Nefertiti.

Nefertiti fue la esposa actual de Akenatón. Period muy bella en su juventud. Akenatón, “el resplandor del sol” -así lo llamaban- fue al fin eclipsado por la reina Nefertiti que lo sobrevivió y que ilumina el panteón del Antiguo Egipto.

Cristina-Nefertiti, es también Cristina-Cleopatra.

De hecho, ella misma se proclamó “Arquitecta egipcia”, y en 2008, tras reunirse con Hosni Mubarak, entonces presidente de Egipto, prometió que traería la momia de Tutankamón a la Argentina.

Son figuras metafóricas de la necropolítica.

La momificación dinámica de Cristina es paradojal. Permanece inmóvil como en un altar para sus súbditos, pero mueve la política de los suyos siempre convertidos en marionetas. Sigue siendo la gran decisora del peronismo.

De hecho, ella misma fue el sujeto de un proyecto ideado por su feligresía: Cristina Eterna.

¿Dónde radica su poder?

Hay una extraña e insidiosa sumisión a Cristina.

No dependen sus obedientes de lo que ella hiciera mal.

No importan sus condenas y sus procesos pendientes, ni sus errores políticos, ni sus derrotas electorales. Hay un punto en el que no pierde.

Hay algo que sintoniza con la sociedad, mal que nos pese.

Es amada y es odiada por muchos, pero para casi nadie es indiferente.

La Argentina la unge en sus altares para bendecirla o para maldecirla.

Como a Eva, aunque fueron muy diferentes desde luego. Eva Perón no hundió sus manos en la corrupción.

No hay comparación posible aunque sí la hay en algún punto.

Queridas y detestadas.

Pero no, Cristina no es Eva por múltiples razones además de las literales, porque Eva Perón alcanzó una altura mitológica, poblada tanto de loas como de descalificaciones. Pero, como escribió María Elena Walsh: “Torció el Riachuelo a Plaza de Mayo”, al menos retóricamente.

Cristina produce “idolatría” por conveniencia.

Cristina todavía es útil para los que buscan el poder dentro del pragmatismo peronista.

Massa, al menos por ahora, no se desprende de ella. Al contrario.

Ella, como Nefertiti, no vivió a la sombra de su marido difunto.

Lo sobrevive con luz propia.

Y existe, aún momificada, porque Argentina no la llora, pero la requiere, para alabarla o para defenestrarla.

Porque la sociedad no se acostumbra aún a su decadencia, porque no creemos en su decadencia, aunque de verdad descienda a lo más profundo de las pirámides, con esa ilusión de eternidad. No advertimos aún que las momias son a veces farsantes, o ilusiones perdidas para los que las han venerado.

Si no se caen todos los velos místicos que cubren a la momia y la deschavan en su notable declinación, no llegaremos jamás a cruzar la frontera.

Cristina y La momia

America Area Information ,Subsequent Massive Factor in Public Knowledg

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